Miquel Ruiz, el chef de lo auténtico

 

 

“Valoro y respeto volver a estar en la antesala de la guía Michelín, pero hay otras cosas más chulas en la vida”

El chef de lo auténtico, de la esencia de la tradición, de la cocina con alma nos cuenta como ve el futuro de la cocina en la Marina Alta y cómo la vive él desde “El baret de Miquel” toda esta situación.

Miquel Ruiz, de la Comarca de l’Alcoià, nos habla con nostalgia de la forma de vivir que tenían en su comarca cuando era pequeño.

“Vivíamos de la agricultura, todos nos abastecíamos del aceite del pueblo, había una economía rica y un gran movimiento de la agricultura i la ganadería. Nuestra vida era tan perfecta y tan cómoda y nos cargamos ese sistema de distribución”

Y es que este chef, es un gran defensor de la producción local, el producto fresco y de kilómetro 0 y así lo vive en su restaurante de Dénia.

 

¿Cómo crees que ha afectado esta situación del Covid-19 a la restauración?

Bueno, esta situación nos ha afectado a todos. A partir de ahora la gente tendrá prioridades a la hora de consumir y se ajustará el cinturón eliminando aquellos gastos que considera menos necesarios. Los países, como el nuestro, que vivimos del turismo nos hemos de reinventar, perseguir un turismo de calidad, no tan masivo, que aprecie y pague por un producto de calidad y auténtico, un producto nuestro, hecho aquí en la Marina Alta. Es momento de reflexionar y tenemos una oportunidad de reinventarnos. Había desaparecido lo que es el alma del restaurante y ahora podemos recuperarla. Nuestra esencia, la de nuestra tierra. El Baret de Miquel abrió hace 8 años  y recoge todo esto, este fue su razón de ser.

¿Cómo es El Baret de Miquel? ¿Cuál es el éxito de su carta?

El éxito de El Baret es la búsqueda de la autenticidad. La gente viene por la armonía, la confianza, y porque la segunda vez que vas estás tranquilo porque sabes que va salirte por el mismo precio aproximadamente. No hay sorpresas en ese sentido. Esto es importante porque ahora cuando salimos a comer todos sabemos lo que queremos y lo que queremos gastarnos.

El Baret no tiene menú. Menú significa excelencia y con la oferta de menús que hay ahora, éste ha perdido su significado, por eso en el Baret no existe. La carta va cambiando según mi humor y los productos que encuentro en el mercado. Cada semana puede haber hasta 8 platos nuevos. Voy al mercado cada día, busco producto auténtico y creo la carta en base a los productos de temporada y los que encuentro frescos.

¿Cómo ves el futuro de El Baret?

Yo trabajo con gente de aquí, y a través de las reservas, si abriera el restaurante el mes que viene ya tendría clientes, porque mis clientes son los vecinos de la comarca que buscan comida de calidad, comida de aquí actualizada y pasar un buen rato en un bar de confianza y en el que se sienta a gusto.

Me gustaría dedicarme más al trabajo de campo: ir a la subasta de pescado, ir al bancal a escoger los mejores productos y delegar más en mis ayudantes. Me encantaría hacer algo remember y hacer platos de antes, reinventándolos, actualizándolos, dándoles una vuelta, pero manteniendo la esencia de lo auténtico.

Quiero escribir también un libro y me gustaría dedicarme también al asesoramiento culinario ya que tengo muchas demandas de personas que quieren que les ayude a enfocar su negocio de hostelería: la técnica, la forma de trabajar…Es un proyecto que me ilusiona y me gusta.

Renunciaste a una estrella Michelín, ¿por qué?

Bueno, en esos momentos cuando te la dan, sientes un orgullo grandísimo, entonces tenía valor. Pero llega un momento que el valor de los premios es de cara al público. Ahora vuelvo a estar en la antesala de la Guía Michelín, pero ya he dicho que no. Tengo un proyecto que no es coherente con las condiciones que ellos te piden. Es demasiado mediático. Lo valoro y lo respeto, pero pienso que hay cosas más chulas en la vida.

¿Qué les dirías al resto de restauradores para seguir adelante?

Hay que hacer un llamamiento a la reinvención, al turismo de calidad, a lo nuestro, a lo auténtico, que ha desaparecido, y ahora es el momento, tenemos la oportunidad.

Si algo funciona, hay que ponerse las pilas y reinventarse. Abrir pensando que volvemos a inaugurar el restaurante, con la misma ilusión, inventarse algo, invitar a los vecinos… volver a ilusionarnos e ilusionar a las personas, ellas son lo importante.

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