La exposición “Somnis de Vida” de Josep Ginestar en el Auditorio de Teulada no es simplemente una muestra artística; es una experiencia poética, una metáfora visual y sensorial que invita al espectador a entrar en un mundo de reflexión, donde el arte es un eco efímero de la vida misma. Las obras que componen esta exposición son, en esencia, poemas visuales que desafían las nociones tradicionales de lo permanente, utilizando materiales humildes y accesibles, que desaparecerán sin dejar huella tras la clausura de la muestra.

Uno de los ejes centrales de “Somnis de Vida” es el concepto de paisaje, articulado en torno a cinco interpretaciones diferentes del entorno de Teulada. Uno de los ejemplos más potentes es el Campo de Vides, donde Ginestar utiliza distintos matices de color de 5 partidas diferentes para simular un campo de vides. En su segunda obra realizada sobre los grandes ventanales del Auditorio de Teulada,  emplea blanco de España, un material utilizado históricamente por cristaleros por su cualidad de no dejar huella. A través de esta blancura pura, aparece la dicotomía terra i mar – tierra y mar – que  refleja cómo a veces la tierra domina y otras veces el mar se impone. Ginestar invita al espectador a perderse en esta interpretación del paisaje, una representación que cambia a lo largo del día. Por la mañana, con la luz del sol, las obras se llenan de sombras y volúmenes, mientras que al caer la tarde, la lectura es más íntima, más profunda, revelando una nueva dimensión a través de la sombra proyectada desde dentro.

 

Otra de sus obras de la exposición hace referencia al mar. La obra, construida con posidonia, planta marina que huele a mar, nos recuerda tanto la belleza como el dolor que nuestro ha albergado a lo largo de los años en la cultura occidental. En esta sección, el dolor está oculto, pero presente, una reflexión sobre cómo la sociedad ha escondido el sufrimiento bajo la superficie, con lo importante que ha sido éste para el hombre.

Su cuarta obra es un recipiente de plomo que simboliza el tiempo. Este tiempo no se mide en relojes, sino a través del ciclo natural del agua. Ginestar llena el recipiente con agua de mar, que se evapora, dejando solo la sal como testigo del paso de los días. El recipiente se vuelve a llenar y el ciclo continúa durante todo el verano, quedando solo la sal. Una metáfora del fluir constante de la vida y del paso inevitable del tiempo.

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Ginestar también aborda temas de sostenibilidad y respeto por la naturaleza a través de su trabajo con materiales naturales como la posidonia y las piedras. En su quinta pieza, coloca una bola de posidonia sobre una piedra, aludiendo a lo amenazada que está esta planta marina. El tiempo, de nuevo, no está presente de forma explícita, sino en los elementos que el artista toma y sitúa cuidadosamente para crear un diálogo silencioso sobre la fragilidad de nuestro entorno natural.

Su última obra de esta fascinante exposición,  “terra amb canyes”, una construcción que homenajea el mundo rural y el paisaje tradicional. El artista logra un equilibrio perfecto entre los tonos oscuros y claros, usando un colador chino para distribuir los grumos que crean los matices de la obra, en lo que se convierte en un tributo silencioso al trabajo manual de la agricultura.

mercados y mercadillos

En definitiva, “Somnis de Vida” es una exposición que trasciende la materia, para hablarnos de los ciclos de la vida, de la tierra y del mar, del paso del tiempo y de la importancia de reconectar con la naturaleza. Con sus paisajes efímeros y poéticos, Ginestar nos ofrece una oportunidad única de reflexionar sobre nuestra relación con el entorno, sobre lo que desaparece y lo que perdura, sobre lo que dejamos y lo que nos llevamos. Y aunque de sus obras no quede nada al final, lo que sí permanece es la profunda sensación de haber sido parte de un sueño, un “somni de vida”.

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