Una oficina compartida para perfiles creativos
Siete mujeres con trabajos como arquitectura, diseño gráfico, relaciones públicas y fotografía comparten un espacio de trabajo inspirador y muy agradable, demostrando que la unión hace la fuerza.
Cuando una de ellas visitó esta oficina con dos despachos, una sala de juntas donde pueden reunirse hasta catorce personas, una salita de espera y una cocina, inmediatamente se enamoró. Sabía, no obstante, que no podía permitirse por sí misma un espacio así en el corazón de la ciudad, y empezó a darle forma a una idea: compartir el local con otros profesionales de perfiles afines que pudieran estar interesadas en alquilarlo, y tener un lugar en común donde ver avanzar sus negocios.
La idea cuajó rápidamente y emprendieron la tarea de diseñar una oficina que fuera tan versátil como para permitir reunirse con clientes, hacer talleres y pop-ups, organizar sesiones de fotos, almacenar materiales y, por supuesto, trabajar y colaborar entre ellas dividiendo gastos.
En un momento anterior, la oficina había estado ocupada por un estudio de arquitectura, quienes dejaron un contenedor neutro de paredes de ladrillo pintado de blanco y parquet y carpintería en negro. A partir de ahí, el propósito que se marcaron fue el de darle una mayor calidez pero sin dejar de moverse dentro de la neutralidad. El resultado es un espacio funcional y bien organizado, coherente y armónico, donde el color mostaza aporta el punto vibrante.
Los despachos se han equipado con mobiliario blanco con mármol, sillas tapizadas en cuero y arte de artistas locales, mientras que la cocina, con mobiliario de roble y encimeras de mármol, es el punto de reunión cada día. El mueble de cocina es perfecto para un espacio no doméstico, y se fabricó a medida: el cajón superior esconde una placa eléctrica para cocinar mientras que el inferior esconde las bolsas de reciclaje
Por su parte, la sala de juntas se convierte también en estudio de fotografía, de forma que pueden sacar el máximo rendimiento de cada metro disponible.
Sin duda, trabajar y disfrutar es posible si tu trabajo te gusta y además te envuelve un espacio y unas personas inspiradoras.