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Slow Eating, un costumbre mediterránea muy nuestra

Creemos que no tenemos tiempo, porque vamos siempre como pollo sin cabeza, sin detenernos y organizándolo todo para que la vida no nos dé de sí.

Y es que aunque tengamos media hora para comer, la convertimos en 15 min. y seguimos acelerando este momento que debería ser placentero y consciente hasta reducirlo a ¿unos 10 minutos como mucho?, en los que engullimos en lugar de masticar. Ni siquiera pensamos en qué estamos comiendo.

¿Te has parado a disfrutar de los sabores de tu comida diaria? ¿o solo recuerdas aquellos que un día pudiste disfrutar sin prisas y cuyo sabor se quedó fijo en el inconsciente creando recuerdos de nostalgia o tal vez ansiedad por volver a probar ese bocado tan exquisito que jamás has vuelto a sentir?

Muchas investigaciones han demostrado que comer despacio tiene gran cantidad de beneficios para nuestra salud:
  • Si masticas despacio y tu tiempo de comer dura al menos 20 minutos, te sientes más lleno y la sensación de hambre tarda mucho más en volver a aparecer.
  • Tienes una mejor digestión.
  • Ayuda a mantener nuestro peso adecuado e incluso a adelgazar, saciándote antes, comes mucho menos.

Comer rápido solo nos trae malas digestiones, aumento de peso porque nunca tienes la sensación de estar saciado, comes en bocados más grandes que masticas menos y las digestiones se han más largas, el estómago sufre más.

Cómer despacio se asocia también a alimentos más nuestros, a los guisos que siempre han elaborado nuestras abuelas, a la comida casera, a lo tradicional y hecho con mucho cariño para disfrutar sin prisas. Comer rápido está ligado al fast food, al comer en 5 min. Es imposible disfrutar del momento, conocer el sabor real del alimento, ni siquiera ser consciente de qué estás comiendo.

 

Te proponemos empezar a practicar el slow eating, con una forma más consciente de comer:
  • Deja los cubiertos en la mesa entre bocado y bocado.
  • Da bocados pequeños.
  • Mastica 20 veces cada alimento.
  • Pregúntate a qué sabe cada bocado, qué temperatura tiene, te gusta su textura…

Solo con estos pequeños pasos ya estás siendo un poco más consciente y te vas acercando al slow eating.

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Creemos que no tenemos tiempo, porque vamos siempre como pollo sin cabeza, sin detenernos y organizándolo todo para que la vida no nos dé de sí.

Y es que aunque tengamos media hora para comer, la convertimos en 15 min. y seguimos acelerando este momento que debería ser placentero y consciente hasta reducirlo a ¿unos 10 minutos como mucho?, en los que engullimos en lugar de masticar. Ni siquiera pensamos en qué estamos comiendo.

¿Te has parado a disfrutar de los sabores de tu comida diaria? ¿o solo recuerdas aquellos que un día pudiste disfrutar sin prisas y cuyo sabor se quedó fijo en el inconsciente creando recuerdos de nostalgia o tal vez ansiedad por volver a probar ese bocado tan exquisito que jamás has vuelto a sentir?

Muchas investigaciones han demostrado que comer despacio tiene gran cantidad de beneficios para nuestra salud:
  • Si masticas despacio y tu tiempo de comer dura al menos 20 minutos, te sientes más lleno y la sensación de hambre tarda mucho más en volver a aparecer.
  • Tienes una mejor digestión.
  • Ayuda a mantener nuestro peso adecuado e incluso a adelgazar, saciándote antes, comes mucho menos.

Comer rápido solo nos trae malas digestiones, aumento de peso porque nunca tienes la sensación de estar saciado, comes en bocados más grandes que masticas menos y las digestiones se han más largas, el estómago sufre más.

Cómer despacio se asocia también a alimentos más nuestros, a los guisos que siempre han elaborado nuestras abuelas, a la comida casera, a lo tradicional y hecho con mucho cariño para disfrutar sin prisas. Comer rápido está ligado al fast food, al comer en 5 min. Es imposible disfrutar del momento, conocer el sabor real del alimento, ni siquiera ser consciente de qué estás comiendo.

 

Te proponemos empezar a practicar el slow eating, con una forma más consciente de comer:
  • Deja los cubiertos en la mesa entre bocado y bocado.
  • Da bocados pequeños.
  • Mastica 20 veces cada alimento.
  • Pregúntate a qué sabe cada bocado, qué temperatura tiene, te gusta su textura…

Solo con estos pequeños pasos ya estás siendo un poco más consciente y te vas acercando al slow eating.

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