Una casa energéticamente eficiente
La construcción de una vivienda es un proyecto que siempre supone un reto para el promotor. Junto con los requerimientos administrativos, en el camino van a surgir mil y una variables con las que hay que lidiar, oficios que hay que coordinar e imprevistos que valorar. Si, además, queremos llevar la construcción más allá y buscamos construir una casa energéticamente eficiente, que minimice el uso de sistemas convencionales de calefacción y refrigeración, puede parecer que el reto se hace más grande. Pero merece la pena si tenemos en cuenta el ahorro energético que a muy corto plazo vamos a conseguir. De hecho, no es complicado amortizar el extra de inversión que puede suponer la construcción de una casa pasiva o Passivhaus.
El término, acuñado en Alemania en los años 90, hace referencia a las construcciones que combinan un diseño bioclimático con una alta eficiencia energética. Por un lado, el diseño bioclimático va a realizar un buen estudio del clima, de la orientación, de la captación de radiación solar en invierno y protección de la luz en verano, etc. Se busca un alto aislamiento térmico, por lo que se optimizan el aislamiento de la vivienda y se eliminan los posibles puentes térmicos, que suponen una elevada pérdida de calor, y se sellan todas las uniones entre los diferentes materiales de la casa. La correcta elección de las ventanas tiene mucho que decir en este punto. Además, una casa pasiva incorpora la recuperación de calor a través de la ventilación mecánica y sobre todo un gran nivel de confort gracias a la calidad del aire.
Certificar un edificio como Passivhaus, según los estándares y las pruebas técnicas que exige el Passivhaus Institut de Alemania es el último paso para acreditar las garantías de este tipo de construcción, algo más cara que una edificación normal (hasta un 10% más) pero que a corto plazo (en unos cinco años) permite recuperar la inversión. Menos consumo, mejor aprovechamiento de los recursos y más salud, con muy baja emisión de CO2.
Cuando los propietarios de esta vivienda, una pareja belga residente en Nueva Jersey, visitaron la parcela, que en ese momento contaba con una ruina y frondosos árboles maduros, visualizaron una construcción de cuatro dormitorios, techos muy altos y grandes terrazas, aunque el entorno de casas bajas pudiera hacer parecer que desentonaría. Además, querían tener una casa que consumiera muy poca energía, así que plantearon ambos retos para el estudio de arquitectura.
La casa se concibió como una gran L, con el extremo corto dando a la calle, de manera que el ancho de la vivienda se ve igual que el vecindario y la casa se abre hacia el jardín. Especialmente En contraste con el negro de las carpinterías, eligieron un blanco cremoso que permite suavizar el choque de color y da un extra de calidez a los espacios, fluidos y bañados de luz.
Las casas Passivhaus funcionan como una orquesta, donde los diferentes instrumentos trabajan conjuntamente por la eficiencia; en ellas, la temperatura, el aire y el sol son elementos que se utilizan a nuestro favor. De paso, además, le hacemos un favor al planeta.